«¿Si a ellos los mandaron a cuidarnos, por qué no nos cuidaron?»: el reproche de una víctima de falsos positivos
Una de las víctimas del batallón La Popa fue una niña Indígena de 13 años que tenía dos meses de embarazo
La audiencia de reconocimiento por los falsos positivos cometidos entre 2002 y 2005 en la Costa Caribe, sigue adelantándose ante la Justicia Especial para la Paz (JEP). Militares retirados y víctimas del conflicto han revivido todo lo ocurrido en ese tiempo, por hechos liderados desde el batallón La Popa del Ejército.
Por un lado están los soldados que se han abierto para contar los más escabrosos y oscuros detalles sobre los homicidios contra civiles que el Gobierno de turno hacía pasar por delincuentes dados de baja. Por el otro se tiene el testimonio lleno de dudas, reproches y lamentos, de los familiares de los asesinados.
Una muestra de ello es María Faustina Martínez, quien perdió a su hermana cuando ella solo tenía 13 años y tenía dos meses de embarazo. Esta menor de edad fue una de las víctimas de la comunidad Indígena wiwa, a quienes le quitaron la vida bajo engaño.
«Si a ellos los mandaron a cuidarnos, ¿Por qué no nos cuidaron?… Por qué acabaron con una menor de edad, si mi hermana clamaba que no la asesinaran y la mataron… Mi hermana era campesina como todos los wiwa», expresó Martínez.
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Arrepentimiento por falsos positivos
En este caso del batallón La Popa, cuyos miembros orquestaron falsos positivos en La Guajira y el César, son 12 soldados retirados los que están rindiendo cuentas y brindando relatos cada vez más impactantes y escabrosos. Por ejemplo, Efraín Andrade Perea, habló de «la ley de cooperantes de Álvaro Uribe» y manifestó su arrepiento por los sucesos cometidos.
«Los cooperantes eran informantes que eran comerciantes, campesinos y ganaderos, entre otros. Cualquier persona que aportara verdad o mentira era integrante de la red de cooperantes», explicó.
Posteriormente añadió: «No tuve el valor ni la entereza que me enseñó mi mamá… Si yo hubiera hablado a tiempo, cuando me di cuenta de que mis hombres estaban haciendo actividades ilegales, mostrándole mentiras a mi pueblo, hoy no estaría aquí».
El fallecimiento y la vida a la vez
Otro de los relatos más duros que se escucharon en las últimas horas, fue el del teniente Carlos Andrés Lora, quien le pidió perdón a un joven que nació el mismo día en el que durante acciones bajo su mando, le quitaron la vida a su padre. Lora aseguró que ha llevado «una cruz» por más de una década y que conoce el daño que le hizo a la familia.
«Lamento profundamente el hecho de que Carlos no haya conocido ese día a su padre, que su señora no haya podido tener esa mano de apoyo que le ayudara durante su parto», dijo Lora.
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