“Ser presidente es una infelicidad absoluta”, Petro
Recientemente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, describió su experiencia como jefe de Estado como “una infelicidad absoluta”. Durante una entrevista, Petro ofreció una reflexión honesta y hasta cruda sobre los desafíos personales, políticos y familiares que ha enfrentado en sus más de dos años como mandatario. Sus palabras no solo revelaron las tensiones internas de gobernar, sino también los altos costos de ejercer el poder.
¿Qué significa ser presidente según Gustavo Petro?
“Esto es un sacrificio”. Con esta frase, Petro resumió el impacto negativo que ha tenido la presidencia en su vida personal y familiar. Reconoció que los desafíos van más allá de las políticas públicas o las reformas estructurales; el constante cuestionamiento, las presiones políticas y los ataques mediáticos han dejado una huella profunda.
El mandatario también compartió que la soledad del poder lo golpeó inesperadamente. “La Casa de Nariño está llena de fantasmas”, dijo, haciendo alusión a un aislamiento que le ha llevado a cuestionar incluso las bases de su confianza en quienes lo rodean.
Una de las confesiones más duras de Petro fue el impacto que la política ha tenido en su familia. En la entrevista, hizo referencia a los problemas legales en los que se encuentra su hijo, Nicolás Petro, investigado por presuntos delitos financieros. Aunque reconoció que su hijo ha cometido errores, también señaló que su familia ha sido blanco de ataques con el único objetivo de desestabilizar su gobierno.
Este elemento familiar no es menor, ya que refleja cómo la presidencia no solo transforma las dinámicas públicas, sino que también arrastra complicaciones emocionales y personales.
En cuanto a su gestión, Petro admitió haber subestimado la resistencia de las estructuras tradicionales en Colombia. Reiteró que sus grandes apuestas en salud, educación y justicia social enfrentan obstáculos casi inamovibles por parte del sistema político. Para él, intentar revolucionar desde dentro del gobierno es mucho más complicado de lo imaginado: “Creí que se podía lograr desde el poder, pero me equivoqué”.
Petro no ocultó los errores que, según él, han marcado su presidencia. Advirtió sobre el exceso de confianza en ciertos asesores y aliados políticos que, en vez de consolidar su visión de país, han terminado generando caos institucional. La falta de transparencia y las pugnas internas en su gabinete son algunos de los puntos críticos que mencionó.
Este panorama ha llevado a que determinados nombramientos, como el de Armando Benedetti, sean intensamente cuestionados. No obstante, Petro sigue apostando por fortalecer su equipo para llevar a cabo las reformas propuestas durante su campaña.
La entrevista también abordó el manejo de las relaciones exteriores, un tema en el que Petro no ha estado exento de críticas. Señaló los desafíos con gobiernos como el de Estados Unidos, especialmente durante la administración Trump, y los problemas de deportaciones masivas de colombianos. En este punto, el presidente dejó claro que la tensión prevalece, pero que buscará tender puentes para futuros acuerdos.
Petro también dejó entrever sus preocupaciones sobre el futuro político de Colombia, especialmente en vista de las elecciones de 2026. Mencionó la necesidad de un frente progresista sólido que combata el auge de discursos populistas y polarizantes. Aunque no ofreció detalles sobre su rol en ese panorama, dejó claro que su prioridad es sentar las bases para un cambio estructural que trascienda su mandato.
Las declaraciones de Petro son más que un simple recuento de su tiempo en el poder; representan la carga emocional y política que conlleva liderar un país en constante lucha por cambios. Gobernar no solo ha sido un desafío técnico, sino una batalla interna que lo ha obligado a redefinir su propósito en medio de adversidades personales y nacionales.
En resumen, la presidencia no ha sido el sueño que muchos imaginan. Para Gustavo Petro, el poder está acompañado por un costo humano y familiar que parecería ser demasiado alto. Sus palabras, crudas y honestas, invitan a reflexionar sobre la verdadera dimensión del liderazgo. Para quienes observan desde fuera, esta declaración podría ser solo un titular llamativo; para él, es probablemente una de las descripciones más sinceras de su mandato.
