Personas manipuladoras: 6 señales para detectarlas
Los manipuladores son depredadores inteligentes que explotan la vulnerabilidad de sus presas para conseguir sus fines. Aunque actúan de forma sutil y disimulada, ciertas señales pueden ayudar a desenmascararlos.
Chantaje emocional, chantajistas… Todos podemos ser personas manipuladoras, potenciales u ocasionales cuando se trata de obtener el favor de alguien en determinadas situaciones. Por ejemplo, puede ser un niño que exige un juguete o no hará los deberes, o una madre que pide a sus hijos que vengan a verla o se quedará sola todo el fin de semana.
Pero para algunos, la manipulación constituye un modo de actuar, una rutina tóxica muy perjudicial para las víctimas que la padecen. Esto puede hacerse a través de:
- estrés;
- Depresión;
- aislamiento.
La mayoría de las veces, el manipulador narcisista se enfurece en el amor y es ahí donde el riesgo es mayor. Pero también puede ocurrir en otros ámbitos: relaciones familiares, profesionales, sociales, etc.
¿Cómo saber si es un manipulador?
Para poder detectarlo, es importante dar una definición del manipulador, así como del mecanismo de manipulación: «Esta forma de comunicación consiste en influir o imponer algo a la otra persona de forma indirecta y negativa», explican expertos. A diferencia de la dominación, en la que una persona impone algo a la otra de forma clara, la manipulación es solapada.
La manipulación es negativa porque ejerce una presión indirecta que da la impresión a la persona manipulada de que tiene elección y libertad, cuando esto es sólo una ilusión.
Otra distinción que hay que hacer es que la manipulación va más allá de la simple influencia. Esta última se define por una intención clara -por ejemplo, un vendedor que quiere influir en un cliente potencial-, mientras que en la manipulación, la información está sesgada y oculta.
Cuando se utiliza de forma habitual, el mecanismo se vuelve muy tóxico para la presa: el manipulador suele explotar el resorte emocional, desencadenando en su víctima emociones muy negativas como la culpa, el miedo o la ira.
¿Por qué manipular?
El manipulador no consigue obtener algo pidiéndolo claramente, por falta de valor o por miedo a ser rechazado. Por eso avanzan enmascarados, ocultando su objetivo, que suele ser negativo e inconfesable. Estos «depredadores» pueden querer hacerse con:
- riqueza
- energía
- tiempo
- la imagen positiva
- el cuerpo (placer sexual) de su víctima.
Para lograr sus fines, el manipulador juega con la psicología de su víctima.
¿Cuáles son los rasgos de las personas manipuladoras?
Varias pistas pueden ayudarle a reconocer a un manipulador. Esto puede hacerse, por ejemplo, mediante acciones, o mediante las frases favoritas de los manipuladores.
Elige palabras precisas
La mayoría de los manipuladores utilizan los pronombres «usted» o «vosotros» o «nosotros» y «nos».
El manipulador oculta su interés personal, su objetivo y su intención transfiriéndolos a la víctima.
Puntos débiles
Los manipuladores saben detectar los puntos débiles de la otra persona y presionar donde más duele para aprovecharse mejor de ella. Hacen daño intencionadamente jugando con las debilidades y las emociones negativas, como el miedo, el estrés, etc. Debilitada, la víctima será aún más manipulable.
Le gusta mentir
En cualquier manipulación, a menudo vemos un disimulo. El manipulador miente por omisión o sin expresar sus verdaderas intenciones para incitar u obligar a la otra persona a reaccionar como él desea. Por ejemplo, pedirá una cosa para obtener otra.
Se convierte en camaleón
Para seducir y conquistar a su víctima, el manipulador llega a mimetizarse con su molde. Intenta parecerse a él en su forma de expresarse, vestir o comportarse. La «víctima» se sentirá atraída por este inquietante parecido. Bajará la guardia. El encubridor aprovecha esta unión y simpatía para explotar la vulnerabilidad.
Sopla caliente y frío
Este es el principio de la ducha escocesa. Como el pervertido narcisista, que es un tipo de manipulador, la manipulación llega sutilmente tras un juego de seducción. Carismático, el manipulador halaga y seduce para enganchar a la persona. Luego llega el momento de la crítica. El problema es que este mecanismo perverso se presenta de forma tan ambigua que resulta difícil hacerse con él.
Él nunca es claro
El manipulador no se comunica con claridad, sino de forma vaga. Toma caminos indirectos para lograr su objetivo. Incluso puede recurrir a un intermediario, un tercero o alguien cercano en quien confíe, por ejemplo.
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