Colombia

Décadas después los hermanos Llano dan su testimonio de abuso por un cura colombiano

Siete mujeres y un varón sufrieron los vejámenes de quien creían amigo de la familia

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En una entrevista exclusiva para el diario El Espectador, los hermanos Llano Narváez rompieron el silencio sobre los abusos que vivieron en la década de 1970 por parte de un sacerdote amigo de la familia, cuando eran solo unos niños.

El religioso en cuestión, que ya falleció, se llamaba Darío Chavarriaga, y según el testimonio de las víctimas, partió de este mundo sin que se supiera todo lo que hizo y sin responder a la justicia. Quien sí supo todo fue el padre Franciso De Roux, hoy miembro de la Comisión de la Verdad, pero los denunciantes aseguran que él omitió la gravedad del asunto y por eso lo denunciaron.

Los testimonios de las víctimas

“Yo recuerdo las visitas del padre Chavarriaga a mi casa. Llegaba y mis hermanas chiquitas, la menor tenía 6 años y la mayor 16, se tiraban a abrazarlo. Llegaba con bizcochos a tomar onces. También llegaba con regalos y otros incentivos. Era muy natural todo. Nos sentábamos en la sala o en el comedor, pero lejos estaba yo de imaginar que las mismas intensiones que tuvo él conmigo, también las tendría con mis hermanas en diferente momento”, contó una de las seis mujeres que fueron víctimas de Chavarriaga.

“Nunca fueron hechos simultáneos o aislados. Los hechos ocurrieron en el lapso de tres años, pero después se dedicó a mantener contacto con nosotros. Fue una persona muy simpática, era una persona muy entradora y agradable en su trato, y se ganaba muy fácil la confianza de los niños porque su principal foco de actividad fue con niños, desde los 16 años para abajo. Siempre tenía juegos y canciones. Eso le permitió mantener contacto con nosotros y llegar a una mayor intimidad cada vez más porque también se ganaba la confianza de los papás”, agregó otra.

Todo muy bien planeado

Fernando Llano, el único varón de la familia y la primera de las víctimas del cura, recordó una anécdota que vivió cuando su madre, inocentemente, accedió para que él se fuera a dormir con el cura en la casa cural.

“Me tuve que quedar a dormir con él. Tenía su baño y lo más extraño es que me dice a esa hora: “¿Quieres ducharte?”. Yo no entendía, pero me duché y me puse la pijama. Paso la noche ahí. Al día siguiente, bajo con él al restaurante porque no tenía dónde desayunar. Entramos a un comedor donde estaban otros sacerdotes colegas de él desayunando. Yo todavía no entiendo cómo a ninguno de ellos no le llamó la atención que un niño llegara con el pelo mojado y los cuadernos en la mano a sentarse a desayunar con ellos. Nadie preguntó qué hacía yo en ese lugar. Después de desayunar, salimos y, con sus manos sucias, manchadas, y me da la comunión. Ese fue el día del primer abuso”, recordó.

Hoy este caso resuena en el país y genera una gran conmoción, pero además pone nuevamente de relieve el intenso debate que existe sobre el papel de la Iglesia Católica ante los casos de pederastia. De momento, no se conocen pronunciamientos acerca del padre De Roux.

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