Salud

«Mi tortícolis era en realidad un cáncer terminal»: esto debió alertarme

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Esther Shoebridge, una mujer de 59 años residente de Beverly en East Yorkshire, era una persona activa e independiente que disfrutaba de una variedad de pasatiempos. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando una persistente rigidez en el cuello comenzó a afectar su tranquilidad. Poco sabía ella que este aparente malestar sería el precursor de una devastadora noticia médica.

Cuando Esther acudió a su médico de cabecera buscando alivio para su molestia en el cuello, este la tranquilizó y le recetó analgésicos. Sin embargo, los síntomas persistieron y Esther tuvo que volver a consultar, recibiendo nuevamente el mismo tratamiento. Fue solo 5 meses después que se reveló la verdadera causa de su sufrimiento: Esther tenía un hueso roto en el cuello, producto de un mieloma.

¿Qué es el mieloma?

El mieloma es un tipo de cáncer de la sangre que se origina en las células plasmáticas, un tipo de glóbulo blanco que se encuentra en la médula ósea. Estas células plasmáticas cancerosas se acumulan y se multiplican de manera descontrolada, lo que puede dañar los huesos, los riñones y otras partes del cuerpo.

El mieloma afecta la forma en que el cuerpo produce y utiliza las proteínas, lo que puede causar una variedad de problemas de salud. A medida que las células plasmáticas cancerosas se acumulan en la médula ósea, pueden desplazar a las células sanas, lo que reduce la producción de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Esto puede provocar síntomas como fatiga, infecciones frecuentes y sangrado o moretones.

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Foto: Freepik

Además, las células plasmáticas cancerosas producen una proteína anormal llamada proteína M, que puede dañar los riñones y los huesos. El exceso de proteína M también puede causar problemas como hiperviscosidad sanguínea, lo que dificulta la circulación adecuada de la sangre.

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Según los médicos, la enfermedad de Esther ya se había propagado por todo su cuerpo, dejando millones de agujeros en sus huesos, cráneo y columna vertebral, lo que la exponía a un alto riesgo de sufrir más daños ante cualquier caída o resbalón.

Síntomas del mieloma

Los síntomas del mieloma pueden variar de una persona a otra, y pueden aparecer de manera gradual o repentina. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Dolor óseo: El mieloma puede debilitar los huesos y causar dolor, especialmente en la espalda, las costillas y los huesos de las piernas.
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  • Fracturas óseas: Las células cancerosas pueden debilitar los huesos, lo que aumenta el riesgo de fracturas.
  • Fatiga y debilidad: La reducción de glóbulos rojos puede causar anemia, lo que se traduce en fatiga y debilidad.
  • Infecciones frecuentes: La disminución de glóbulos blancos hace que las personas con mieloma sean más propensas a contraer infecciones.
  • Problemas renales: La acumulación de proteína M puede dañar los riñones y reducir su función.
  • Dolor y entumecimiento: El mieloma puede causar problemas neurológicos, como dolor y entumecimiento en las extremidades.
  • Sed excesiva y aumento de la frecuencia urinaria: Esto puede ser un signo de problemas renales.

Esther experimentó una amplia gama de estos síntomas, lo que dificultó aún más un diagnóstico temprano y adecuado.

El pronóstico de Esther

Al recibir el diagnóstico, los médicos informaron a Esther que su mieloma era incurable y que, sin un tratamiento efectivo, le quedaban como máximo 5 años de vida. La enfermedad había causado daños generalizados en su esqueleto, lo que la exponía a un alto riesgo de fracturas y otros problemas.

A pesar de la devastadora noticia, Esther se negó a dejarse abatir. En agosto de 2022, caminó 6 kilómetros diarios durante cinco días para recaudar más de 2.500 libras esterlinas para la organización Myeloma UK. Además, tiene planes de viajar a Estados Unidos para visitar a su hija Grace y a sus nietos en Florida.

Si bien la quimioterapia no cura el mieloma, ha logrado estabilizar la enfermedad de Esther. Aún así, los médicos no han encontrado un tratamiento definitivo para esta forma de cáncer de la sangre.

Importancia del diagnóstico temprano

El caso de Esther resalta la importancia de un diagnóstico precoz en enfermedades como el mieloma. Una detección oportuna puede marcar la diferencia en el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes. Lamentablemente, en su caso, el retraso en el diagnóstico le negó la oportunidad de recibir un tratamiento más efectivo desde el principio.

Diagnóstico y pruebas para el mieloma

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Foto: Freepik

El diagnóstico del mieloma generalmente comienza con una evaluación médica exhaustiva, que incluye preguntas sobre los síntomas y el historial médico del paciente. Luego, se realizan una serie de pruebas para confirmar el diagnóstico y determinar la etapa de la enfermedad.

Algunas de las pruebas más comunes para el mieloma incluyen:

  • Análisis de sangre: Se realizan pruebas para medir los niveles de proteína M, calcio, creatinina y otros marcadores.
  • Análisis de orina: Se busca la presencia de proteína M en la orina.
  • Biopsia de médula ósea: Se extrae una muestra de médula ósea para examinar las células plasmáticas.
  • Radiografías y otras imágenes: Se utilizan para detectar daños en los huesos y otros órganos.
  • Pruebas genéticas: Se analizan los genes de las células plasmáticas para determinar el tipo de mieloma y guiar el tratamiento.

Estas pruebas ayudan a los médicos a determinar la etapa del mieloma, lo que es fundamental para establecer el mejor plan de tratamiento.

Factores de riesgo para desarrollar mieloma

Si bien no se conocen las causas exactas del mieloma, existen algunos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar esta enfermedad:

  • Edad avanzada: El mieloma es más común en personas mayores de 65 años.
  • Sexo masculino: Los hombres tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollar mieloma que las mujeres.
  • Raza: Las personas de raza negra tienen un riesgo más alto de padecer mieloma.
  • Antecedentes familiares: Tener un familiar de primer grado con mieloma aumenta el riesgo.
  • Exposición a radiación: La exposición a altos niveles de radiación, como la producida en algunos trabajos o accidentes nucleares, puede incrementar el riesgo.
  • Enfermedades previas: Algunas afecciones, como el linfoma o la enfermedad de Gaucher, pueden aumentar el riesgo de desarrollar mieloma.

Es importante tener en cuenta que tener uno o más de estos factores de riesgo no significa que una persona desarrollará necesariamente mieloma. Sin embargo, es crucial estar atento a los síntomas y someterse a chequeos médicos regulares.

Cuidado y manejo del mieloma en la vida diaria

Vivir con mieloma puede ser un desafío, pero existen formas de mejorar la calidad de vida y manejar los síntomas. Algunas estrategias de cuidado y manejo incluyen:

  • Mantener una dieta saludable y equilibrada, con énfasis en alimentos ricos en proteínas, calcio y vitaminas.
  • Hacer ejercicio regularmente, pero de manera moderada, para fortalecer los huesos y mejorar la fatiga.
  • Descansar lo suficiente y evitar actividades que puedan causar fracturas o lesiones.
  • Beber mucha agua y limitar el consumo de alcohol y cafeína.
  • Mantener una buena higiene dental y visitar al dentista con regularidad.
  • Estar atento a los signos de infección y consultar al médico de inmediato en caso de fiebre u otros síntomas.
  • Participar en actividades que promuevan el bienestar emocional, como terapia, grupos de apoyo o actividades recreativas.

Trabajar en conjunto con el equipo médico y seguir las recomendaciones de tratamiento es fundamental para manejar el mieloma de manera efectiva.

A pesar de las dificultades, Esther ha demostrado una actitud positiva y determinada. Ha logrado mantener una vida activa, recaudando fondos para una causa importante y planeando viajes para disfrutar del tiempo con su familia. Su historia es un ejemplo de cómo enfrentar el mieloma con fortaleza y resiliencia.

Prevención y medidas para reducir el riesgo de mieloma

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Foto: Freepik

Debido a que las causas exactas del mieloma aún no se conocen por completo, no hay una forma de prevenir la enfermedad de manera definitiva. Sin embargo, existen algunas medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo:

  • Mantener un estilo de vida saludable: Llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio regular y evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco pueden ayudar a fortalecer el sistema inmunitario y reducir el riesgo de enfermedades.
  • Evitar la exposición a sustancias peligrosas: Tomar precauciones en trabajos o entornos que puedan exponer a la persona a radiación o a sustancias químicas dañinas.
  • Monitorear la salud de manera regular: Visitar al médico de forma periódica para detectar posibles problemas de salud de manera temprana.
  • Estar atento a los antecedentes familiares: Si hay antecedentes de mieloma u otras enfermedades sanguíneas en la familia, es importante informar al médico y someterse a chequeos más frecuentes.

Aunque no se puede prevenir el mieloma por completo, estas medidas pueden ayudar a reducir el riesgo y mejorar la salud general de la persona.

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Sara Gonzalez
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