Este síntoma de la menopausia podría predecir la enfermedad de Alzheimer
Los sudores nocturnos son un síntoma común entre las mujeres menopáusicas. Pero un nuevo estudio demuestra que cuanto más se padecen, más probabilidades hay de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Los trastornos vasomotores (sofocos y sudores nocturnos) son sin duda los síntomas más frecuentes de la menopausia. Pero su intensidad varía considerablemente de una mujer a otra. Las mujeres más afortunadas sólo los experimentan dos o tres veces por semana, mientras que otras sufren estas olas de calor imprevisibles e irreprimibles diez veces al día y diez veces por la noche.
¿Por qué aparecen estos “sudores”?
A medida que envejecen, los ovarios responden menos a los mensajes del hipotálamo y la hipófisis. Éstas intensifican entonces sus esfuerzos por segregar hormonas. Pero como estos esfuerzos fracasan cada vez más, el centro hipotalámico empieza a funcionar de forma anárquica. En esta misma región se encuentra también el centro de termorregulación, que mantiene la temperatura corporal a 37°C. Con el centro de control de la función ovárica desajustado, se producen turbulencias en el centro de termorregulación, que a veces decide, de sopetón, desencadenar unas cuantas llamaradas.
Un nuevo vínculo con la enfermedad de Alzheimer
Como si los sofocos por sí solos no fueran suficientemente debilitantes, un nuevo estudio presentado en la reunión anual 2023 de la Sociedad de Menopausia, que se celebra actualmente en Filadelfia, sugiere que, cuando se producen durante el sueño, los sudores nocturnos pueden ser indicadores precoces de un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer. Y cuanto más sufren las mujeres estos sofocos nocturnos, mayor es el riesgo.
Estudios anteriores ya habían establecido una relación entre uno de los síntomas más comunes de la menopausia y un rendimiento deficiente de la memoria. Para este nuevo estudio, en el que participaron 250 mujeres, científicos de la Universidad de Pittsburgh trataron de determinar si los sofocos estaban relacionados con perfiles de biomarcadores sanguíneos asociados a la enfermedad de Alzheimer.
Tras analizar los resultados, llegaron a la conclusión de que los sofocos experimentados durante el sueño podrían ser un marcador de un futuro riesgo de demencia.
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